Las acciones las llevará adelante el Instituto del Cáncer del Estado de Sao Paulo. Se trata de la fosfoetanolamina sintética, que algunos profesionales aseguran es la más efectiva contra la enfermedad terminal.
En las últimas horas se conoció que alrededor de 200 pacientes comenzarán a realizar las pruebas clínicas para acceder a la «píldora del cáncer». Será una primera parte, de la que luego se elegirán 10 individuos para realizar el tratamiento completo y, tras descartar efectos secundarios, podrá extenderse a las demás personas.
El ministerio de Salud de Brasil dejó en claro que al menos un 30% de los sujetos de prueba deberá presentar mejoras efectivas en sus cuadros clínicos. Una vez conseguido eso, recién la fosfoetanolamina podrá emplearse para un nuevo proceso de pruebas que durará aproximadamente dos años con un número mayor de pacientes.
La polémica sobre el uso de la fosfoetanolamina en humanos alcanzó su punto más alto el pasado 19 de mayo cuando el Tribunal Supremo Federal (TSF) aceptó el recurso interpuesto por la Asociación Médica Brasileña (AMB) y suspendió una ley que autorizó la producción, venta y consumo de la fosfoetanolamina sintética hasta la realización de las pruebas clínicas pertinentes.
Anteriormente, la misma Dilma Rousseff había autorizado el uso del polémico medicamento para los pacientes diagnosticados con tumores malignos, una decisión que causó una fuerte polémica entre profesionales de la medicina y la farmacia del país pero que fue muy aplaudida por la sociedad.
Entre los artículos de la ley 13.269 ratificada por Rousseff se especificaba que «esta ley autoriza el uso de la fosfoetanolamina sintética para pacientes diagnosticados con neoplasia maligna» y que «podrán hacer uso de la fosfoetanolamina sintética por su propia voluntad mediante la firma de un acuerdo de responsabilidad».
La historia de la «píldora del cáncer» se inició hace 20 años cuando el investigador ya jubilado de la Universidad de Sao Paulo (USP), Gilberto Chierice, desarrolló el medicamento casi de manera accidental y, al no conseguir la autorización para el test en seres humanos, decidió distribuir el medicamento de manera gratuita entre sus pacientes durante décadas.