*Por Jorge Capitanich.
En el centésimo aniversario de la reforma universitaria el silencio cómplice de la agrupación estudiantil otrora revolucionaria que reivindicaba la libertad de cátedra, la autonomía universitaria y el cogobierno, está sepultando sus ideales para mantener el negocio de las “fotocopiadoras” que otorgan pingües ganancias.
En efecto, con el advenimiento de la democracia en 1983, quienes militamos activamente en la política universitaria defendimos desde siempre la educación pública, y obviamente la universidad gratuita tal como Juan Domingo Perón lo instrumentó aquel 22 de noviembre de 1949 con el objeto de que los hijos de los trabajadores puedan llenar sus aulas.
No cabe la menor duda respecto a que el proyecto de Universidad no puede estar desligado de un proyecto nacional y popular, pues el conocimiento científico y tecnológico debe abrevar en el desarrollo autónomo y sostenible del país. En 1983 había en el país tan sólo 26 universidades nacionales; hoy son 57, de las cuales 17 han sido creadas durante el período 2003-2015 con un extraordinario incremento del presupuesto universitario de 1822 millones de pesos a más de 65000 millones de pesos.
Al mismo tiempo aumentaron los alumnos del sistema en un 25 % llegando a 1,5 millones de alumnos, conjuntamente con 175000 egresados para mejorar la oferta de técnicos y profesionales que requiere todo desarrollo autónomo del país. La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la repatriación de 1200 científicos y técnicos, el lanzamiento de dos cohetes ARSAT al espacio, el acuerdo estratégico con la NASA para medir la salinidad de los mares, el desarrollo de tecnología nuclear con nuevas centrales y exportaciones de reactor a Holanda y otros países configura una política que está perdiendo el rumbo y el sentido.
INVAP, como empresa estatal de carácter federal, ha contribuido de una manera significativa en la construcción de los satélites, en la construcción de radares y en el desarrollo de esta política científica y tecnológica conjuntamente con el aumento del presupuesto educativo de más de 6 % de participación del PIB y de 0,78 % en el presupuesto de ciencia y tecnología.
Universidades paralizadas
Hace tres semanas que las universidades públicas están paralizadas. No hay clases. Pero tampoco hay clases en las escuelas públicas por innumerables recortes producto del ajuste fiscal del estado nacional que se traslada a las provincias.
En el período 2003-2015 se crearon universidades para facilitar el acceso de los estudiantes, muchos de los cuales representaron la primera generación de acceso a sus aulas marcando una política de equidad social e intertemporal del ingreso (lo que no pudieron los padres, pueden sus hijos), se construyeron edificios, laboratorios de última generación en biotecnología, se implementaron programas para mejorar la formación de ingenieros, entre otras inversiones estratégicas.
Nuestra provincia tuvo su parte. La creación de la Universidad del Chaco Austral con 18000 alumnos presenciales y no presenciales, el centro de biotecnología agrícola y forestal que es de avanzada en genética vegetal, la construcción del edificio de la Facultad de Ingeniería, la inversión en infraestructura en la UTN y también en el nuevo edificio de UNCAUS,
Hoy los profesores reclaman por salarios dignos. Sus alumnos no tienen clases. Nuestra solidaridad y acompañamiento en esta lucha por una universidad nacional, popular, abierta al pueblo, con calidad científica, pedagógica y excelencia educativa.