El jefe de Gabinete de ministros del Gobierno nacional tiene que responder a más de 2 mil preguntas enviadas por los legisladores, pero no hay fecha definida oficialmente.
Ayer por la mañana, colaboradores de Nicolás Posse recorrieron el recinto del Senado para reconocer el lugar y empezar a diagramar la puesta en escena. Por la tarde, en la Jefatura de Gabinete todavía se trabajaba a contrarreloj en la respuesta a las más de 2.300 preguntas que los senadores le enviaron al funcionario en lo que hasta estas horas será su primer informe de gestión en el Congreso y su debut público: casi cinco meses después del desembarco de La Libertad Avanza en el gobierno, al jefe de ministros aún no se le conoce la voz.
Hasta anoche, sin embargo, en Casa Rosada y en el Senado se empezaba a especular en despachos oficiales con la posibilidad de que la visita del jefe de Gabinete, prevista para el miércoles 15 de mayo a las 11 de la mañana, se interponga con las negociaciones y la discusión en torno a la Ley Bases y el paquete fiscal, que ya tuvo su media sanción en Diputados y que ahora espera por la Cámara alta.
Por caso, en el oficialismo comenzó a analizarse en estas horas la conveniencia de contar o no con la presencia del jefe de ministros en el Congreso, en un escenario de extrema sensibilidad, y frente a un Senado en el que, a diferencia de lo que sucedió el martes en la Cámara baja, no sobran los votos. Más bien lo contrario.
“Nosotros seguimos adelante”, explicaron ayer colaboradores del jefe de Gabinete mientras estudiaban la composición de la Cámara alta y se avanzaba con las respuestas a las casi 2.400 preguntas de los senadores que, por repetidas, terminaron al final en torno a las 1.400, más otras 300 que se sumaron en una segunda tanda de prórroga. Es récord, un número superior a las inquietudes que se le remitieron en su momento a Santiago Cafiero en su primera incursión como jefe de ministros en el Parlamento, post pandemia de COVID-19.
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Lo cierto es que, tanto en la Rosada como en el Senado, confiaron por estas horas en que esperarán por el progreso de las conversaciones entre el Ejecutivo, los gobernadores y los senadores para terminar de definir si es oportuno que Posse se presente en el Congreso en medio de tan delicadas negociaciones, en vísperas de lo que podría ser la primera ley que logre sancionar Javier Milei desde que asumió la Presidencia.
Es una disyuntiva que, según fuentes oficiales, tiene bien presente Victoria Villarruel, que ayer había viajado a San Luis en un gesto político al senador provincial Bartolomé Esteban Abdala. La vicepresidenta, según las mismas fuentes, habló del asunto con la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, la funcionaria más influyente del gobierno, en el almuerzo que mantuvieron a solas a mediados de semana en el comedor del Senado, con la ley bases ya aprobada en general en Diputados.
Villarruel está preocupada. A mediados de marzo sintió el rigor del traspié que el gobierno sufrió por el rechazo al DNU 70 ideado por Federico Sturzenegger, que le valió un chispazo público con la Casa Rosada. En aquel momento, la vicepresidenta intentó torcer el voto de varios senadores pero, según fuentes del Senado, no tuvo ningún incentivo por parte del gobierno como señal de colaboración.
De hecho, la vicepresidenta terminaba de definir por estas horas el viaje que tiene agendado para la misma semana en la que Posse debería presentarse en el Senado, para las reuniones preparatorias de la Unión Interparlamentaria Mundial -algo así como “las Naciones Unidas de los Parlamentos”-, de cara a la asamblea del próximo año en Ginebra de presidentes de los Congresos de todo el mundo. Villarruel fue propuesta a instancias de la senadora Lucila Crexell para ser una de las tres representantes de los 30 países que componen la Grulac, el Grupo de América Latina y el Caribe.