El caso de Sarah Boone, acusada de asfixiar a Jorge Torres mientras grababa sus súplicas, terminó con una condena a prisión perpetua por asesinato en segundo grado.
Lo que comenzó como un aparente accidente por consumo de alcohol, se transformó en un caso de asesinato que impactó a Estados Unidos. Sarah Boone fue condenada a cadena perpetua tras ser declarada culpable del asesinato en segundo grado de su pareja, Jorge Torres.
Boone afirmó haber pensado que Torres podría salir por sí mismo de la valija donde quedó atrapado, pero decidió irse a dormir. A la mañana siguiente, llamó al 911 al encontrarlo inconsciente, pero los equipos de emergencia hallaron el cuerpo sin vida junto a la valija.
El informe forense reveló que Torres murió por asfixia y presentaba lesiones que apuntaban a un acto deliberado. La evidencia más condenatoria fueron videos en el teléfono de Boone, donde se escucha al hombre suplicando mientras ella se burla, diciendo: «Así se siente cuando me asfixiás».
Durante el juicio, la defensa argumentó que Boone era víctima de violencia de género, pero la fiscalía señaló que ella actuó con intención de causar sufrimiento. Boone rechazó un acuerdo para reducir su condena a 15 años, enfrentando finalmente una sentencia de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
El juez destacó la claridad de las pruebas y la intención detrás del crimen, cerrando un caso que puso en debate las dinámicas de relaciones tóxicas y la justicia en casos de violencia mutua.
