El presidente brasileño respondió con firmeza a los nuevos aranceles impuestos por EE.UU. y envió un mensaje de estabilidad económica en medio del temblor financiero regional.
En medio del sacudón global que provocaron los anuncios económicos de Estados Unidos, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, rompió el silencio y salió al cruce del expresidente Donald Trump, quien dispuso aranceles del 10% sobre exportaciones brasileñas estratégicas, como el acero y el aluminio.
“Brasil está seguro porque tenemos un colchón de 350.000 millones de dólares que nos dan cierta tranquilidad”, afirmó Lula este lunes durante un acto en São Paulo. La declaración fue una respuesta directa a la tensión generada en los mercados, que ya provocó una devaluación del real brasileño del 4% y golpeó a otras monedas de la región.
Lula reivindicó la política de acumulación de reservas iniciada durante sus primeros mandatos (2003–2010), subrayando que ese respaldo financiero permite a Brasil atravesar turbulencias internacionales sin comprometer su estabilidad.
La medida de Trump encendió alarmas no solo en Brasil, sino en toda América Latina. La reacción de los mercados fue inmediata: caída del petróleo (−7%), de la soja (mínimo anual) y de monedas como el peso chileno, colombiano y mexicano. Solo el peso argentino resistió el impacto, aunque analistas advierten que la región enfrenta un nuevo ciclo de incertidumbre.
Desde Brasilia, el gobierno activó su maquinaria diplomática: técnicos del Ministerio de Desarrollo y Comercio ya están en Washington para buscar una revisión de los aranceles y minimizar el golpe comercial.
“El anuncio de Trump activó un reacomodamiento de expectativas, y eso se refleja tanto en monedas como en commodities”, explicó el economista Sebastián Menescaldi. En Argentina, agregó, la situación podría profundizarse ante la dificultad del Banco Central para sostener el tipo de cambio sin respaldo genuino.
Con una narrativa de previsión y calma, Lula busca posicionarse como referente de estabilidad en un momento de alta volatilidad. Aunque el frente externo se torna cada vez más desafiante, el líder brasileño apuesta a su capital político y económico para contener la tormenta que amenaza con intensificarse.
