Histórica abstención en Venezuela: el 87% del país le dio la espalda al régimen en otra farsa electoral

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Calles vacías, centros de votación desiertos y un silencio contundente marcaron este domingo una nueva jornada electoral en Venezuela, donde el régimen de Nicolás Maduro volvió a organizar unos comicios cuestionados, esta vez para renovar 24 gobernaciones, 285 diputados y 520 legisladores regionales. Lejos de legitimar al chavismo, la jornada reflejó el rechazo masivo de la ciudadanía, con una participación estimada en apenas 12,56%, según cifras de la oposición.

El dato, confirmado por el Comando Venezuela y la consultora Meganálisis, contrasta con el número presentado por el Consejo Nacional Electoral (CNE) chavista, que habló de una concurrencia del 42,63%. Sin embargo, las imágenes y los reportes en todo el país evidenciaron lo contrario: una abstención sin precedentes desde 2005, incluso más severa que la del polémico proceso presidencial del pasado 28 de julio.

Ese antecedente marcó un punto de quiebre. En aquella elección, Edmundo González Urrutia fue proclamado vencedor por amplios sectores sociales y políticos, aunque el régimen ignoró los resultados. Desde entonces, la estrategia de la oposición liderada por María Corina Machado ha sido el boicot electoral como forma de resistencia civil frente a lo que consideran “una dictadura sin legitimidad”.

En este último proceso, el boicot fue masivo. Ni las amenazas contra empleados públicos ni la propaganda estatal lograron forzar una participación significativa. “Hoy más del 85% de los venezolanos desobedecimos a este régimen criminal”, declaró Machado. González Urrutia, por su parte, calificó la jornada como “un acto de coraje cívico, una declaración silenciosa de que el deseo de cambio sigue intacto”.

Desde el oficialismo, Maduro intentó relativizar el golpe con un anuncio de reforma al sistema electoral, proponiendo una «reingeniería» con circuitos comunales, lo que fue interpretado como un nuevo intento de controlar aún más el aparato electoral y cerrar la participación democrática.

La falta de observación internacional independiente, la eliminación del código QR de las actas y la ausencia de garantías mínimas fueron solo algunos de los elementos que reforzaron la idea de que no se trató de una elección legítima, sino de una simulación institucional para sostener una narrativa de normalidad.

En Venezuela, la abstención se ha transformado en un acto político, una forma de resistencia frente a un sistema que niega la voluntad popular. Como expresó María Corina en diálogo con Infobae: “Hoy tienen miedo. Yo duermo tranquila. Te aseguro que ellos no”. Mientras tanto, la oposición insiste en que “ya se votó el 28 de julio” y reclama a la comunidad internacional que reconozca ese resultado como el verdadero mandato del pueblo venezolano.

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