El presente de Alpine en la temporada 2025 de Fórmula 1 es alarmante: marcha último en el Mundial de Constructores con solo 11 puntos, todos aportados por Pierre Gasly. Mientras tanto, Franco Colapinto lucha contra un auto poco competitivo, sin pretemporada, y con menos tiempo de rodaje que sus rivales. El argentino, que se sumó al equipo ya comenzado el campeonato, es uno de los más afectados por el mal momento de la escudería francesa.
El panorama se agravó tras el Gran Premio de España, donde Colapinto finalizó 15° luego de un fin de semana complicado, marcado por fallas mecánicas y falta de ritmo. Su compañero de equipo, Gasly, logró ubicarse dentro del top ten, pero los problemas estructurales del A525 continúan: poca confiabilidad en el motor Renault, rendimiento inestable y una transmisión que volvió a fallar en plena clasificación.
El propio Flavio Briatore, asesor ejecutivo del equipo, calificó el GP como “una carrera decepcionante”, reconociendo que “no están en el nivel que quieren”. Para Colapinto, además, la falta de entrenamiento previo es una desventaja clara. No hizo pretemporada y apenas participó en cuatro tests de coches anteriores (TPC), a diferencia de sus compañeros que acumulan mayor kilometraje y trabajo de simulador.
Colapinto —que ya vivió una incorporación tardía a la F1 el año pasado con Williams— todavía está adaptándose a Alpine y conociendo a su ingeniero de pista, Stuart Barlow, quien incluso le pidió disculpas públicamente tras el bajo rendimiento del auto. Mientras tanto, Franco intenta ganar ritmo, construir confianza en carrera y exprimir lo poco que su monoplaza le permite.
En definitiva, la crisis de Alpine no solo frena sus resultados como escudería, sino que complica el crecimiento y consolidación del piloto argentino, que todavía no pudo demostrar todo su potencial. A la espera de mejoras técnicas y un chasis más competitivo, el desafío para Colapinto no es solo correr: es resistir.