El nuevo monto se debe a la paritaria firmada para los empleados del Congreso, a la que los legisladores ataron sus sueldos. La decisión generó internas políticas, pases de factura y un fuerte malestar social.
Desde el próximo mes, los senadores nacionales percibirán más de $9,5 millones en bruto como parte de su dieta, gracias a una actualización salarial derivada de la paritaria firmada para los empleados legislativos. Como sus haberes están atados a los aumentos de los agentes del Congreso, y tras la reciente recomposición salarial del 1,3% retroactiva a marzo, abril y mayo, el monto vuelve a subir. El acuerdo contó con el aval de Victoria Villarruel y Martín Menem, titulares del Senado y Diputados.
Este sistema fue aprobado en abril de 2024, en una sesión sin mayor resistencia, y estableció que la dieta se calcula con 2.500 módulos legislativos, más 1.000 módulos por gastos de representación y 500 por desarraigo, con un valor actualizado del módulo que ronda los $2.376,04. Además, se agregó una dieta extra en el año para compensar el aguinaldo, con excepción de Alicia Kirchner, quien optó por seguir cobrando su jubilación.
Tras una breve suspensión de los aumentos que rigió hasta marzo por decisión unilateral de Villarruel, el congelamiento cayó y no hubo nuevos frenos. El kirchnerismo, molesto con el manejo del tema, decidió desligarse: «Nos hartaron. Que lo resuelva el oficialismo», lanzó un legislador cercano a José Mayans.
En paralelo, los gremios del Congreso presionaban por paritarias y obtuvieron el respaldo de legisladores del peronismo, ante la pasividad del gremio APL, que lidera Norberto Di Próspero. Este reclamo fue utilizado también por senadores para justificar la suba de sus propios ingresos.
En medio de este escenario de tensiones internas, versiones cruzadas y acusaciones mutuas, la figura de Emilio Viramonte Olmos, secretario administrativo del Senado, queda en el centro de la escena por su posible renuncia, aún no oficializada, lo que podría derivar en un papelón institucional. Mientras tanto, Villarruel reparte favores y castigos dentro de su entorno, y Menem opta por mantenerse al margen, en una Cámara baja donde el acceso a información sigue siendo opaco y poco transparente.