El Gobierno presentó un informe de hectáreas, empleados y vehículos a nombre del INTA

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El Gobierno decretó la transformación del INTA a un organismo desconcentrado en el ámbito de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca. A su vez, se reemplaza su conducción colegiada por un Presidente designado por el Poder Ejecutivo que será asistido por un Consejo Técnico ad honorem que preservará la representación de los productores y definirá los lineamientos científicos-técnicos del organismo.

Cambios en el INTA

Federico Sturzenegger, ministro de Desregulación y Transformación del Estado de la Nación, señaló: «La medida pone fin a una estructura sobredimensionada y opaca». Según indicó, en abril de 2025, el INTA contaba con 6.059 empleados (el doble que hace unos pocos años), 2.403 vehículos (uno cada 2,5 agentes), 1.611 celulares, 932 cargos jerárquicos y 450 sedes entre Centros Regionales, Centros e Institutos de Investigación, Estaciones Experimentales, Unidades de Extensión y Centros de Experimentación.

Sturzenegger puntualizó que el presupuesto de gastos anuales es de $224.000 millones, mientras que los recursos asignados al organismo son de $411.000 millones, provenientes de una contribución sobre las importaciones y una parte de la recaudación de la tasa estadística.

«¿El dato que expone el absurdo? Que los $411.000 millones asignados en recursos al INTA equivalen al 47,5% de lo recaudado por retenciones al maíz», graficó Sturzenegger.

También detalló que el INTA posee más de 110.000 hectáreas distribuidas en todo el país. De ese total, solo 45.000 están siendo utilizadas para experimentación con fines comerciales y productivos: «En el resto no sabemos qué ocurre».

En tanto, citó un informe de la SIGEN (2023) que reveló importantes deficiencias en el control: viviendas usurpadas, bienes sin inventariar ni asignar, donaciones sin registrar, compras y viáticos sin documentación mínima, asociaciones cooperadoras sin balances ni supervisión.

«El dislate llegó a tal punto que el INTA creó y controla una empresa (INTEA S.A.) y una fundación (ArgenINTA), estructuras que operan por fuera del régimen de contrataciones y control del Estado. Esta reforma permitirá echar luz sobre estas figuras y transparentar el destino de los recursos generados por la explotación de los campos bajo su administración. Las fallas eran estructurales, no aisladas», justificó.

Sturzenegger continuó: «Pero aún más importante, el funcionamiento del INTA había perdido su rumbo estratégico. Las líneas de investigación quedaban libradas al criterio de cada investigador, sin vínculo con las necesidades reales del sector agropecuario. Así, en lugar de generar tecnologías y conocimientos aplicables a la producción, el organismo migró hacia el desarrollo de la agricultura familiar, o financiaba proyectos de investigación más de carácter sociológico que técnico. Con esta reforma, se busca reencauzar al organismo en su misión original: la investigación y el desarrollo tecnológico al servicio del campo argentino y del complejo agroindustrial, probablemente a través de mecanismos de cofinanciación con el sector privado».

Y concluyó: «La transformación preserva íntegramente las capacidades técnicas del INTA, reduce la burocracia y refuerza los mecanismos de control y transparencia. El objetivo es claro: devolverle racionalidad institucional y reorientarlo hacia su verdadera misión fundacional, que es promover la innovación científica y tecnológica al servicio del desarrollo agropecuario».

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