Tenía 52 años y luchaba contra una leucemia desde hacía casi una década. Construyó una de las colecciones más exclusivas de superdeportivos del mundo, con modelos únicos de Ferrari, Bugatti y Porsche.
Oscar “El Toro” Fernández, empresario y referente indiscutido del mundo tuerca en Argentina, falleció este jueves a los 52 años. Lo había enfrentado durante casi diez años a una leucemia que, lejos de detenerlo, lo impulsó a vivir con más intensidad su mayor pasión: los autos.
Nacido en Corzuela, Chaco, y criado entre aserraderos y campos, Fernández se hizo conocido por su imponente colección de autos deportivos de lujo. Con sede en Buenos Aires, Miami y Punta del Este, su “garaje” incluía piezas de Ferrari, McLaren, Lamborghini y hasta un exclusivo Bugatti Chiron “110 Ans” que había sido propiedad de Bad Bunny. Pero su amor eterno siempre fue Porsche: desde su primer Cayman hasta su Carrera GT, el Toro sabía lo que quería y lo manejaba con orgullo.
Conocido también como “ToroFZ”, no solo corría en circuitos amateurs, sino que compartía su pasión en redes, donde miles de fanáticos seguían cada nueva incorporación a su flota. Vivía bajo una sola regla: disfrutar a fondo.
En los últimos años se instaló en Uruguay, donde también llevó buena parte de su colección. Allí dejó su último mensaje: “Hay que vivir, no sobrevivir”.
Su partida deja una marca imborrable entre los amantes de los fierros. El Toro vivió sin frenos y a fondo, como sus autos. Ahora queda la pregunta que todos se hacen: ¿quién manejará su legado?
