Emily Willis —una de las actrices más exitosas de la industria pornográfica entre 2017 y 2023— continúa en estado vegetativo, un año y medio después del episodio que la dejó con graves secuelas neurológicas. Tenía 27 años cuando, en febrero de 2024, sufrió un paro cardíaco mientras estaba internada en el centro de rehabilitación Summit Malibu, en California, adonde había ingresado por consumo de ketamina.
Según la familia, Willis atravesó una prolongada falta de oxígeno que derivó primero en un coma y luego en un síndrome de enclaustramiento, una condición que deja al paciente paralizado pero consciente. Hoy permanece bajo cuidados permanentes en la casa de su madre, en Utah: no puede hablar, solo emitir sonidos y realizar movimientos limitados.
El abogado de la familia, James A. Morris Jr., aseguró al US Mirror que la joven “está postrada debido a lesiones neurológicas severas” y ratificó la acusación contra Summit Malibu y su empresa matriz por presunta negligencia, abuso y prácticas fraudulentas. Sostienen que el evento pudo haberse evitado si se hubieran seguido los protocolos médicos adecuados.
El caso irá a juicio en mayo de 2026 en Santa Mónica, con audiencias preliminares previstas para febrero. Mientras tanto, la familia mantiene activa una campaña en GoFundMe que ya superó los 100 mil dólares para costear su atención.
Willis —nombre real Litzy Lara Banuelos— nació en Argentina, creció en Utah dentro de una familia mormona y dejó la industria adulta en 2023 para enfocarse en nuevos proyectos, tras participar en más de 700 producciones. Su historia, marcada por el éxito y una dramática caída, continúa generando impacto internacional.
