Desde su prédica evangélica y sin estructura partidaria tradicional, el pastor carismático suma apoyos sindicales, genera divisiones dentro del evangelismo y deja abierta la puerta a una candidatura presidencial.
Dante Gebel comienza a instalarse como una de las figuras más disruptivas del escenario político rumbo a 2027. Sin partido propio, pero con una capacidad probada para movilizar multitudes y generar adhesión emocional, el predicador evangélico aparece como un outsider que podría desafiar al presidente Javier Milei desde un terreno distinto: la fe.
Radicado en California, Gebel construyó una figura pública que combina prédica religiosa, estética de espectáculo y un discurso centrado en la teología de la prosperidad. Al igual que Milei en sus inicios, carece de una estructura política clásica, pero logra fidelidad, mística y una narrativa de “elegido” para romper el sistema.
Su figura no está exenta de polémicas. “¿Qué culpa tengo yo de que Dios me bendiga tanto?”, afirmó en una oportunidad al referirse a una Ferrari que recibió como donación de un fiel, episodio que se convirtió en símbolo de su mensaje: los milagros reemplazan a los programas de gobierno y las parábolas ocupan el lugar de las políticas públicas.
El coqueteo político dejó de ser un rumor. Juan Pablo Brey, dirigente de la CGT y titular de Aeronavegantes, confirmó que impulsa activamente su candidatura. El respaldo se extiende a sectores sindicales, del peronismo, del PRO e incluso de La Libertad Avanza. Desde el mundo evangélico, referentes como Ángel Annacondia ya expresaron su apoyo y comenzaron a trabajar en el armado territorial.
Sin embargo, la posible postulación de Gebel también expone divisiones dentro del evangelismo, lejos de mostrarse como un bloque homogéneo. Las tensiones entre distintas federaciones religiosas reaparecen y se profundizan, al igual que las diferencias en espacios sindicales que se definen como anti-Milei.
Mientras el Gobierno consolida su vínculo con los cultos evangélicos y Milei incorpora la prédica religiosa como parte de su construcción política, Gebel observa, mide y no descarta. “Si uno no lo hace, siguen los ineptos”, dijo alguna vez sobre una eventual candidatura.
En un país que ya eligió a un outsider con rasgos místicos, la figura de un pastor carismático con estética de show y mensaje motivacional empieza a dejar de ser una rareza. Detrás del púlpito, la política ya tomó nota.
